El estudio de las fallas les permite conocer la historia respecto del potencial sísmico de la región. Buscan y relevan los datos que esconde el terreno desde antes que existieran los registros sismográficos, y con esa información pueden saber, entre otras cosas, si en el lugar donde se encuentra la falla se puede construir y cómo se debe construir.
“Los sismos que nos interesan, por su eventual potencial destructivo, son los que están ubicados a poca profundidad, es decir a menos de 30 Km de la superficie. La región de Cuyo donde se encuentra la provincia de San Luis es una zona donde la actividad sísmica es moderada, esto quiere decir que los sismos que aquí se producen tienen una intensidad que ronda una magnitud de moderada a baja” , especifica Costa.
“Hay que aclarar que cuando hablamos de magnitud nos referimos al parámetro que nos permite cuantificar la energía que libera el sismo, mientras que la intensidad tiene que ver con los efectos que ese sismo produce en el terreno, por ejemplo sobre las construcciones o en las obras de infraestructuras. Por lo que podemos tener sismos de magnitud moderada pero si están ubicados cerca de la superficie pueden ser de intensidad alta”, explica.
Y entonces, ¿cómo fue la actividad sísmica en el San Luis del pasado?
Las Sierras de San Luis guardan millones de años de historia sísmica. “Si observamos el borde occidental de las sierras vemos que ha sido levantado y es totalmente diferente al borde oriental. Si tomamos la Ruta Provincial Nº 3 en el camino a Nogolí, por ejemplo, vemos valles entallados, con ríos muy activos, mientras que en la zona de La Toma o El Trapiche las sierras tienen una pendiente más suave. En la ladera occidental de la sierra, a lo largo de la denominada Falla de San Luis, se produjeron sismos que provocaron el levantamiento de la sierra hasta adquirir su relieve actual durante los últimos 4 millones de años”, relata.
Los sismos reactivan fallas geológicas que generan una escarpa o declive en la topografía y dejan una señal en el registro de los sedimentos antiguos, esos son los datos que tratan de identificar. “La sismisidad actual no es suficiente para saber el real peligro de la región que estudiamos, porque tenemos un intervalo de registros de pocos años y seguramente no coinciden con un evento de las características que generaron esas modificaciones en la superficie. Averiguamos si en el pasado geológico de ese lugar hubo eventos más graves.”
“Sabemos que desde le punto de vista histórico el principal terremoto que sucedió en San Luis fue en el año 1936 en San Francisco del Monte de Oro, cuya magnitud fue de 6º. Este sismo produjo una destrucción muy grande, ya que en esa época no había construcciones sismo resistentes y todas las casas de la localidad eran de adobe. Por otra parte, en cercanías a Luján hay un lugar donde se observa un gran desprendimiento de rocas, una montaña entera se vino abajo” enfatiza y aclara que “en el terremoto de 1936 en San Francisco no se observó esto, por lo que suponemos que se produjo aquí un sismo mayor de Magnitud 7º. Analizando la edad de los sedimentos sabemos que sucedió en los últimos 60 ó 65 mil años, aunque hay sedimentos más jóvenes que provienen de un sismo que habría ocurrido hace unos 29 ó 35 mil años”.
Las investigaciones que realiza el Doctor Carlos Costa y su equipo son de vital importancia, porque proveen informaciones que no están contenidas en el catálogo sísmico, aportando datos geológicos fundamentales vinculados a la capacidad sismogeneradora de la zona estudiada. Estos datos, además, permiten asesorar a entidades privadas y públicas para que prevean ciertos cuidados en el diseño de las construcciones que se puedan realizar en zonas donde existen fallas.
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